lunes, 12 de enero de 2009

La leyenda negra de Sagua

Tondike, secreto de Estado


El tirano que nos gobierna siempre se ha encargado de poner los apodos personalmente; “gusanos” son los que piensan diferente, agentes de la CIA los “reporteros independientes”, y “bandidos” a los combatientes por la causa de la libertad que se enfrentaron a su dictadura en los montes de Cuba; a estos últimos ahora les llama “terroristas” por aquello de diluirse él mismo dentro de la moda y así escapar en la confusión. A los verdaderos terroristas les llama “héroes”.Pero ya no nos dejamos confundir más los que éramos jóvenes en aquella época y llegamos a pensar que de verdad Margarito Tondike y Claro Mollinedo eran malos sagüeros; nos repetían en la escuela hasta 30 o 40 veces al día que ellos eran “bandidos” y también los del Escambray, que el objetivo principal de todos ellos era “matar niños” y no sé cuantas cosas más que penetraban hasta lo más hondo de nuestro disco duro infantil, muy difícil de borrar.

Por suerte, estamos todos atados a leyes inviolables como esa que dice que “la verdad al final triunfa”, y poco a poco se ha ido aclarando el verdadero asunto de los guerrilleros de Sagua gracias incluso a milicianos retirados que no han podido morir con secretos o mentiras y a los propios familiares y amigos que no han dejado de insistir en la verdadera historia, pero más aún al interés que esta generación está poniendo en recobrar la verdadera historia de la Villa del Undoso, llena de personalidades, estátuas y acontecimientos que supuestamente se habían sepultado para siempre como si “la ley de la verdad” no existiese.

El tirano pensó que su hombre nuevo nunca desenterraría aquellos papeles amarillos, pensó que los sagüeros nunca nos enteraríamos de TONDIKE, le ha horrorizado por 50 años que fuéramos a abrir un día el bien oculto libro de MOLLINEDO. Pero a ese miedo se le llama terror y dicen que comienza con la avanzada edad a comerse los intestinos.La de Torndike es la historia fascinante de un negrito que aún con poca educación entendió que debía luchar en los campos de Sagua contra el comunismo en expansión, contra la posibilidad de una larga tiranía, y a favor de la libertad, del derecho civil tuyo y mío; lo mismo que hoy queremos los opositores.¡Qué visión tenía este cimarrón moderno!

Por la cuenca del Undoso, montañas, cuevas y cañaverales correteaba al principio de la década del sesenta este valiente guerrillero poniendo en jaque a las milicias, ejército, policía, voluntarios y chivatos. Experto en combate cuerpo a cuerpo y a larga distancia. Nadie podía capturar a este negro jíbaro. Su fama y hazañas comenzaron a comentarse desde Sagua la Grande hasta Corralillo, desde Calabazar hasta Cifuentes, y algunos ciudadanos comenzaron a unirse a este Robin Hood analfabeto con estrategias de General. Robaba en las fincas robadas por el tirano ladrón y le entregaba los productos al pueblo, desarmaba milicianos para armar su guerrilla, burlaba a los cercos con relativa facilidad como nunca soñó ni remotamente poder hacer el falso guerrillero de Bolivia que solo lo que hacía era caminar y sumar días a su fraude. Algunos milicianos llegaron a admirarlo y narrar sus hazañas, aunque la mayoría le temían.

El escalofrío del horror recorrería la médula espinal de aquel miliciano que fuera asignado a buscar a Tondike.Una técnica que más tarde se supo era la que él usaba para despistar a los cercos caminando de espaldas. Sucedió que en una de estas trampas que le tendió el ejército logró escabullirse a pesar del apretado anillo de tropas que había logrado localizar sus huellas. Este cruzó la carretera Central hacia el sur dejando un evidente rastro por el cual luego regresó de marcha atrás. Los cazadores del LCB concentraron su cerco siempre hacia el sur, mientras que ya Tondike y sus hombre caminaban muy lejos de ellos hacia el norte. ¿Se imaginan si la prensa huviera estado a su favor que maravillosa huviera sido esta epopeya para el pueblo sagüero?

Pero lamentablemente no fue así; miles y miles de tropas se concentraron para capturar a Margarito Lanza Flores Torndike que mucho estrago estaba haciendo ya por el norte de Las Villas y después de muchos combates y asombrosas fugas, fue acorralado por señalamiento de un informante (siempre útiles en los 50 años de Castrismo) y con la ayuda de un helicóptero y el batallón LCB, Tondike penetró en un cañaveral donde nadie se atrevía a entrar y pelear frente a frente con el poderoso guerrero, por lo que decidieron prenderle candela a todo el alrededor y este excavó una zanja donde se sepultó para evadir el fuego.

Todo fue inutil, el cañaveral fue consumido por las llamas y las tropas entraron en su interior donde encontraron al gigante de ébano completamente quemado abrasado por el calor con graves quemaduras en la cara, el pecho y las piernas, !pero aún seguía con vida¡Los valientes, los patriotas, mueren combatiendo hasta el final y Tondike así lo hizo pasando a la historia como una leyenda que ningún sagüero jamás debe olvidar.

Lamentablemente otro negro sagüero nos mancha la reputación en la hermosa epopeya que el héroe escribió. Se trata del criminal de guerra sagüero Victor Dreke el cual participó en la muerte de su compatriota, de tierra y de raza, cuando después de ser capturado vivo todo lleno de quemaduras por el incendio del cañaveral, no tuvo el honor del combatiente de llevarlo a juicio y lo remató debajo del puente de Rodrigo.

¡Así era el miedo de Dreke, la hiena negra!, ese tembleque al que los viejos negros le llaman "Ñao".